Friday, April 14, 2006

INTERESANTE ARTICULO DESDE CATHO

EL DESAFIO DEL LIDERAZGO EN ESTE ÍNICIO DE SIGLO


* Roberto Rinaldi Júnior

Hemos visto que el tema de liderazgo ha tomado importancia en el medio empresarial, lo cual, predecía, hasta entonces, el énfasis sobre el tema. Su significado normalmente estuvo orientado a la capacidad de movilización de masas apoyado, especialmente, en el carisma de líder. En este sentido, se aplica con propiedad al ejercicio de la política, de la religión y de los movimientos sociales, presuponiendo poder de convencimiento para una causa. Por ello abre espacios para manipulaciones y falsas expectativas al depender de los atributos extraordinarios de un individuo para decidir sobre el mismo y por muchos otros.

Pero recientemente, con el crecimiento de los medios de comunicación y del foco en la industria global del entretenimiento, fue producida la figura de Celebridad, conveniente por el poder de estimular el consumismo. Atletas, artistas de todo tipo y modelos son lanzados a una condición de llamar la atención de multitudes, que admiran su estilo de vida y desean sus preferencias. Se trata de un culto a la personalidad, de la evidencia de lo que parece y no lo que necesariamente es.

En ambos casos, se refleja que la fuerza del marketing es utilizada para promover liderazgo, realzando lo que atrae y minimizando las flaquezas, creando e incentivando dependencias. Se descubrió que es más fácil y rápido trabajar impresiones de que construir sobre la realidad, prevaleciendo, así, la forma sobre el contenido. Es el escenario del virtualismo, del arte de la apariencia, de la inconsistencia de valores.

Infelizmente, estamos rodeados de ejemplos en nuestro país que exploran sentimientos y creencias, enmascaran juegos de interés y manifiestan corrupción en múltiples instancias.

Los resultados son frustraciones continuas, un apelo a la irreverencia, una crisis de credibilidad institucional que contribuye para aflojar los parámetros morales por la falta del referencial. Sin principios incuestionables, las relaciones sociables quedan frágiles y la próxima generación tiene que descubrir su propio camino de madurez por medio del intento y del error.

Otro aspecto relevante para el análisis del contexto de liderazgo es la creciente volatilidad de las estructuras; la percepción de que estamos viviendo en medio de la inestabilidad e incertezas sin precedentes. Son tiempos de desigualdad social, desempleo, amenazas ambientales, violencia caótica y economía imprevisible. Los efectos de la globalización y de la era de la información, para nombrar dos impulsionadores claves de cambios, han promovido una transición histórica difícil de ser asimilada, en una ventanilla del tiempo cada vez más corta.
Lo que empezó como una inquietud entre generaciones se acentuó en la estratificación etária y se ha desdoblado en segmentaciones cada vez más granulares. Vivimos, actualmente, una revolución de conocimientos y una multiplicidad de ideologías, promoviendo un campo de batalla en torno de ideas. Eso combinado con la turbulencia de nuevos tiempos, contribuye para el sentimiento de exclusión y para las crisis de identidad y de seguridad. Es el escenario del relativismo, de la perplejidad, de la falta de propósito. Las consecuencias aparecen como índices alarmantes de depresión, por ejemplo, fruto de incapacidad para lidiar de manera adecuada con las nuevas relaciones. Nunca tuvimos tantos recursos ni tanta información disponible, por ello, no significa que el hombre y la mujer de hoy vivan mas realizados y felices de que sus antepasados.

Frente a este escenario, cual es el gran desafío del liderazgo actual?

Carecemos de líderes que sepan trabajar con gente en situación compleja y no apenas administrar recursos. La revolución industrial demandó capacidad de organización, estructuración y optimización en el uso de los activos de la empresa, apoyando en la competencia técnica de los gestores. Hoy, frente a los hechos que describiremos, las instituciones públicas y privadas necesitan de líderes que sepan apuntar la mejor dirección, se inspiren por su propio ejemplo y carácter, que desenvuelvan y movilicen personas para que puedan crear y alcanzar prosperidad. Eso no quiere decir que sean individuos superdotados y carismáticos, ni apoyados en una plataforma de autoridad jerárquica o valorizada por un aparato de marketing. Se trata, antes, de personas fuertes por su autenticidad, por sus principios, por su compromiso con la vida de otras personas.

Líderes así, establecen una plataforma de relacionamiento para compartir ideas y realizaciones, extienden la colaboración, además de las fronteras de su ambiente u organización, hacen creer que grandes sueños son posibles de suceder. Al final, continuamos necesitando de hombres y mujeres que traigan y sustenten esperanzas de resultados significativos, cultivando valores interiores capaces de generar un gran valor exterior.

* Roberto Rinaldi Júnior es socio-director de la Consultoria ProBusin

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